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5 feb 2011

La Gremblin, una gata ... en libertad

 


Siempre he tenido perros y para mi aún a día de hoy, los gatos siguen siendo unos grandes desconocidos. Pero algo más sé, que quizás hace unos 7 años, que fue cuando la Gremblin llegó a mi vida. Para mi esta gata era inteligente, e hiciese lo que hiciese estaba segura que conseguiría cualquier cosa que deseara con tan solo imaginarlo o desearlo. No fue su único nombre pues para todos los que la sentíamos nuestra, como yo, la bautizábamos, Missi, Musi, Miseta... y es que mi Gremblin a pesar de ser una gata de la calle era feliz así, con muchos amos, escogiendo su compañía en cada momento... y es que era una gata auténtica y especial, de espíritu libre. En un pueblo pequeño como Benisano se había ganado muchos corazones, que como yo no nos quedamos impasivos con su presencia. La llegada de la Gremblin me descubrió un animal inteligente y especial. Y lo demostró... ella tuvo una camada y fue una madre entregada, y muy muy auténtica, pues fue curioso ver como fue colocando gatito a gatito, con intervalos de tiempo, en el mismo Ayuntamiento, y fue desde allí, y de esta manera como Gremblin consiguió colocar cada uno de los gatitos, siempre vigilando y observando como eran recibidos sus pequeños, incluso observando la casa donde estos gatitos eran acogidos, y ella parecía que desde la sombra sonreía y observaba expectante. Ella era un espíritu libre por eso no me la lleve conmigo, mi vecina Julia, la esterilizó y pasó el postoperatorio durmiendo entre el teclado de mi oficina y la pantalla con el ratón del ordenador encima de su barriguita, con esos tonos atigrados, entre negros y canela. Mi estancia allí fue temporal, pero ese período de tiempo que compartimos juntas, no me sentí sola, era una compañía que no tenía en la oficina por estar sola, y ese cariño que jamás había tenido de otro gato, ella me lo enseño. Me hubiese gustado cuando me fui habérmela llevado conmigo, pero respete su libertad, porque no le faltaba nada, ni comida, ni techo, y tampoco cariño, porque ella se hacía querer, y a día de hoy con el paso de los años... todavía recuerdo esa mirada, ese ronroneo y ese caminar relajado y seguro mirando hacia atrás indicando que esa visita no sería la única.



Ana León - Radio Benimaclet

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